Ahora que los ojos del mundo están puestos en el país por el inicio de los Juegos Olímpicos, los brasileños están listos para ayudar a los visitantes a lograr algo en lo que son expertos: divertirse.
A pesar de sus problemas, los brasileños pueden dejarlos a un lado y vivir el momento, algo que el resto del mundo podría aprender.
Ya se trate de voleibol, ciclismo, futbol, escuchar música o pasar un rato en la playa, los brasileños trabajan para vivir.
Lo lúdico deja claras muestras de su efecto positivo ―brillo en los ojos, entusiasmo, sonrisa irónica― que se ha generalizado en Brasil. Es altamente contagioso, y los visitantes están dispuestos a recogerlo.
A menudo se dice que si los brasileños pudieran canalizar la creatividad y la industria que ponen en su Carnaval a los esfuerzos económicos, el país sería imparable.
Celebrar es una prioridad para los brasileños, ya sea a escala colosal o simplemente una barbacoa en el patio.
De hecho, son expertos en dos de las fiestas más grandes del mundo: el carnaval, y las celebraciones de Fin de Año y de Año Nuevo.
Pero las fiestas no se detienen ahí. Una profusión de celebraciones regionales, un gran apoyo para las artes y una abundancia de fiestas religiosas mantienen las celebraciones en el calendario durante todo el año.